Odiseo y las sirenas.
¡Eh, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos!
Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz.
Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye de nuestra boca; sino que se van todos después de recrearse con ella, sabiendo más que antes…
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